Pompeyo había conseguido escapar con vida por los pelos y huyó disfrazado de mercader a través del mar Egeo hasta la ciudad griega de Mitilene, donde se reunió con su esposa para más tarde partir con una pequeña flota hacia Alejandría. Allí sus reyes le debían grandes favores y era hora de cobrárselos.
Encantos sí, muchos, pues son varios los historiadores antiguos que coinciden en que Cleopatra seducía fácilmente a los hombres, máxime a César que era un mujeriego empedernido. Pero en lo que no están tan de acuerdo es en que fuera tan bella como algunos creen. Lo cierto es que los único retratos que de ella existen no son como para sacar conclusiones, pues son simples efigies talladas en monedas; de los bustos y estatuas que de ella existen, nadie está seguro de si pertenecen a ella y tampoco son para calificarla de bella. En cuanto a la rocambolesca historia de cómo llegó hasta los aposentos de César enrollada en una alfombra, tampoco son muchos los que dan crédito a esta aventura, más bien creen que fue en Roma donde los enemigos de César inventaron este chisme para desacreditarlo por haberse convertido en amante de una mujer que no dudaba en prostituirse con tal de conseguir sus propósitos. Porque en efecto, César se convirtió de inmediato en amante de Cleopatra; un romance que iba a durar un año y que le iba a acarrear… más que problemas.
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Un tal Famaces, rey del Ponto, había atacado Armenia, y en Asia Menor había revueltas en los territorios conquistados por Pompeyo, que amenazaban con escindirse de nuevo. Se acabaron las vacaciones. César se despidió de Cleopatra y puso rumbo a Antioquía, luego se dirigió a Tarso y Capadocia; en su camino iba reclutando tropas y cuando llegó a Ponto tenía las suficientes para atacar a Famaces. La campaña contra este rey no duró más de cinco días y por lo fácil que resultó la victoria, César, en una carta escrita a un amigo escribiría la célebre frase: veni, vidi, vici. Vine, vi y vencí. Ahora solo le quedaba volver. ¿Dónde? ¿A Roma o a Egipto junto a Cleopatra, que había dado a luz un varón durante su ausencia? No se sabe si en algún momento le apeteció volver junto a su amante, pero no lo hizo. Roma le reclamaba. Cleopatra llamaría a su hijo Tolomeo Cesarión, que significa pequeño César.